¿Máquinas capaces de soñar?

¿Cuándo deberemos considerar inteligente a un ordenador? ¿Cuando lo parezca? Ese es el famoso test de Turing paramáquinas presuntamente pensantes, formulado en los años cincuenta por el matemático británico Alan Turing, uno de los grandes pioneros de las ciencias de la computación. Pero a todo el mundo le parecían inteligentes los jugadores de ajedrez hasta la aparición de Deep Blue. Y que este ingenio de IBM igualara a Gary Kaspárov ha hecho más por empeorar la imagen de los ajedrecistas que por mejorar la de los ordenadores.

Sin embargo, las máquinas ya hacen ciencia en varios sentidos. Un especialista en cáncer no podría seguir la literatura relevante para su campo ni aunque no hiciera otra cosa en todo el día: ahora mismo son dos millones de papers (artículos en revistas científicas revisadas por pares) y 200 millones de webs. Los ordenadores llevan tiempo siendo esenciales para analizar esos datos.

Artículo de Javier Sampedro en El País