Los superordenadores de hoy, con tecnología de PC, consumen demasiada energía. El objetivo es seguir aumentando la potencia y reducir el consumo de energía.
En un pequeño cuarto de uno de los edificios consagrados a la investigación del Campus Nord de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) toma forma lo que para muchos es una seria amenaza a la supremacía tecnológica norteamericana y asiática en el campo de los ordenadores gigantes. Allí, un equipo de científicos construye el que será el primer supercomputador del mundo basado en los teléfonos móviles. La idea es aprovechar la eficiencia en el consumo energético de los smartphones y de las tabletas -que la mayor parte del tiempo no están enchufados a la red eléctrica y funcionan sin sobrecalentarse- para aumentar la capacidad de cálculo sin disparar el gasto energético. Todo un reto que debe dar respuesta a las necesidades -crecientes- de las empresas e instituciones, que piden operaciones, programas, simulaciones, cada vez más complicados.
Noticia de LaVanguardia.com